martes, 30 de junio de 2009

Cuento 54 Dedicado a las aventuras de la Biblioteca.

*foto de la red el Ateneo


Arruinaste mi expediente!!!!! Nunca había dado un beso sin amor y me gustaba vanagloriaba de eso. Me besaste y sólo me sentí traviesa, pero dejaste entre mis labios una sensación de ausencia. Sucedió e imaginé que me sabrías a fuego y me supiste a juego. Ni siquiera lo pensé, fuiste tú, quien intentó robarme algo de mis labios.
Yo, iba de salida, pensando en todo lo ocurrido, sumida en una nube, resultado de estar horas absorta en una biblioteca. Pasé a tu lado ni me percaté de tu presencia, así qué, tardé varios segundos en registrar tus palabras sugerentes en mi oído. Me sonreí, tardíamente, pero seguí mi camino y cuando estuve a dos pasos pasada de ti, tomaste mi mano y sentí que algo se me agolpaba en la punta de los dedos.
Sin detenerme, voltee para mirarte, me jalaste suavemente, hasta quedar entrelazadas nuestras manos y tus labios, en los míos. Sentí la incursión de tu lengua juguetona y aunque estaba sorprendida, no pude reaccionar hasta que oí que alguien gritaba mi nombre al fondo del pasillo.
Seguí caminando, con el corazón en la garganta y el rostro encendido, mientras nuestros brazos se estiraban. Me pediste mi teléfono, mi mail o al menos la promesa de volver a encontrarnos en el mismo sitio. Como no tenía miedo de perderte, me solté de tu mano y sonriéndome, me fui, diciéndote adiosito con la mano y tuve la certeza de que este sería nuestro único encuentro.
Seguí por la vida, sin lograr entender este momento y a veces, saboreo la sensación de este beso y todos los demás besos, miradas y caricias de amor, que me han resultado inolvidables.
Esos recuerdos, se hicieron míos sobre mi piel y de vez en cuando vuelven y vuelven a visitarme y yo, simplemente me sonrío.

lunes, 22 de junio de 2009

Cuento 53 Something good. Dedicado a A. Estrella

*Foto de Chelseablog


Ya esperaba este momento, sabía que te aparecerías, pues se acerca el tercer aniversario de nuestro primer encuentro. Como me divierte descubrirme sorprendida por tu presencia, como si estuviera en constante riesgo de perderla.
Me encontraba reflexionando sobre mi vida, después de ver la película “Quemar las Naves”, donde sale la nieta de un amigo y sales tú, por cierto, cuando sentí una cálida respiración en mi oído. Quise voltear, pero estabas tan cerca que apenas pude mirarte de reojo. Pusiste tus manos alrededor de mi cintura, para mecerme al ritmo de la canción de Juan Luís Guerra “Something good” que se oía a lo lejos. Tomé una copa de vino de un mesero que pasaba a toda prisa para tener mis manos ocupadas, pues no sabía que hacer con ellas. Me preguntaste, con esa voz que me pone los pelitos de punta, -¿Cómo has estado?-. Me sonreí, moviendo la cabeza. ¿Cómo podría hablar si quiera, con la sensación de tu cuerpo pegadito al mío? Pensé, sabes perfectamente cómo he estado, pero no puede articular palabra. Sin embargo, me contestaste como si me hubieras escuchado. Tomé un buen trago de vino para ver si me aclaraba la garganta y evitar sentir que los ojos se me aguaban. Me giraste lentamente para abrazarme y seguir bailando despacito. Te dije, lo más claro que se puede hablar con un nudo en la garganta -Te necesito-. Bailamos aun más pegadito, nuestras mejillas se rozaban, besaste mi oído y me dijiste muy quedito,
-Espera-.
Al terminar la canción besaste mi ojo derecho y te marchaste sonriendo, con esa sonrisa de ojos y boca que no he podido reprochar jamás, aunque me sienta al borde del abismo.
Esta vez tu recuerdo quedó en el borde de mi cuerpo, como una sensación electrizante, evidencia de este encuentro.

martes, 9 de junio de 2009

Cuento 52. Dedicado a VA

Justo después de haber vivido una fuerte desilusión o un profundo dolor, cosas importantes han pasado en mi vida. Mi forma de explicarlo, es que al tener la guardia baja y al encontrarme sumida en un profundo cansancio por luchar, pareciera que dejo que las cosas fluyan. Como si al no cuestionar o esperar absoluta claridad, dejara que las cosas simplemente sucedieran.
Así, un día llegué a mi primer día de clases con los ánimos por el suelo y las esperanzas por el cielo. Deseando que el nuevo ciclo me regalara una novedad, que lograra sacudirme por completo. Llegué muy temprano, tuve tiempo para estar a solas en el salón e ir viendo llegar a los nuevos compañeros, enfrentandome a ese miedo infantil del 1er día. El profesor llegó un poco tarde y durante la clase fui descubriendo su mirada, profunda, serena con un toque de alegría. Al verlo, desee conocer un hombre con esos ojos para que fuera mi compañero. Pensé, ojala este Profe tenga un hijo o un sobrino de mi rodada, que tenga esos ojos tan particulares, para que me lo presente jajaja. De eso hace ya varios años, quien iba a pensar, que en efecto, un día me presentaría alguien de su familia, a su Papá. Un buen compañero, cosas importantes hemos logrado trabajar y han servido para rescatarme de dolorosos tropezones inevitables que he tenido en la vida.
Hay que tener cuidado con lo que uno pide, el universo, siempre está escuchando y esta dispuesto a llegar de manera sorpresiva.
La vida no es como imaginamos,
es mejor.

lunes, 1 de junio de 2009

Cuento 51. Como de sueño. Dedicado a VE

*Foto de la red

Soñé con mi boda, esta es la primera vez que aparece el rostro del hombre elegido, me parece curioso. Un hombre que es cómplice en mis deseos y anhelos. Ambos nos sentimos a gusto, haciendo locuras, divertidos al reconocer magia en nuestras miradas. La boda religiosa es como la que vimos un día mi abuela, mi mamá y yo, en el convento de Sto. Domingo en Oaxaca. Al salir, cañitas para el mezcal, farolas de papel de china y mojigangas. Nuestras familias, están disfrutando, complacidos, a gusto. Mi vestido, es tipo halter, sin espalda, con mi cabello entre suelto y sensual. Uso el velo de mi 1era comunión, él que me trajeron mis abuelos desde España. Es sencillo y elegante, se ve hermoso, como si lo hubiéramos comprado para esta ocasión. Tal vez sin saberlo, cuando se lo pedí a mi abuela, a mis 7 años, para mi 1era comunión, era para que me regalara algo en vida para mi boda.
En mi sueño, me veo esplendorosa, feliz, hermosa y de acuerdo conmigo misma. El novio, se ve guapísimo y contento, viene con una guayabera de lino crudo que va perfecto con su dorado tono de piel. Lo veo feliz, con todo el merequetengue de la boda, con la certeza de que todo marchará bien, como siempre. La fiesta comienza, se reparten deliciosos platillos mexicanos. El salón de fiestas, tiene una vista hermosa y vemos como llega el atardecer en el horizonte, marcándonos la hora de empezar a bailar. Así que, pasamos a la pista sonriendo, alegres de ser cómplices en esta nueva travesura. La fiesta transcurre en un alegre alboroto, que nosotros aprovechamos para, entre besos y caricias, escaparnos para llegar a la puerta de nuestra habitación, en donde nos comemos uno al otro, con todo el riesgo de ser descubiertos, invadidos por una angusti a, grata, que conocemos y que no podemos resistir……