miércoles, 25 de junio de 2008

Cuento13.2 El Dr. Ojos Azules

Me descubro descubriendo tu rodilla, la esquinita de tu codo y la suave curva de tu hombro. Me fascina la suave textura de tu piel, el delicado aroma que emana de tu cuerpo y el peculiar sabor a miel. Todo esto me ha sucedido en el contexto más bizarro de mi vida, en la situación menos esperada y en el momento en que ya me disponía a disfrutar de lleno de una plácida soltería. Es ahora que me sorprendo mirándote de reojo, escuchándote a tus espaldas y hurgando cualquier información que me permita saber si es tiempo de correr. Puedo decir que me he considerado de muchas maneras distintas a lo largo de la vida, pero reconozco que con el tiempo (que no se decir si es mucho o es poco) he desarrollado la habilidad de evadir situaciones de riesgo según mi afinado criterio ¿No sé si me entiendes? Pero sospecho que también eres víctima de esta sintomatología. He huido de momentos de la vida de los cuales prácticamente es imposible escapar, pero yo por fortuna o por desgracia, he encontrado a tiempo la rendija. Me he vanagloriado de haber detectado el sitio y el momento para correr a tiempo. Pero luego aparece en mi boca ese horrible sabor a centavo viejo que me hace dudar y me arruina el momento. Queriendo negar que existe una relación entre mis supuestos triunfos y el sabor a metal, he atribuido esta sensación a la carencia de algún mineral. Con el afán de ponerle fin a esta molestia he decidido visitar al Dr., seguro me ofrecerá alguna cómoda solución. Sin embargo me ha bombardeado con preguntas sin ton ni son, buscando información que atenta contra mi memoria y contra mi pudor. He contestado todo lo cuestionado y en recompensa he recibido una larga explicación. De la cual yo sólo recuerdo que me ha dicho de frente, que ha llegado la HORA DE ARRIESGAR, pues algo adentro se me ha empezado a oxidar.
El Dr. Ojos Azules me cambió la dosis y el orden de todas mis cosas ¿Qué se cree? A pesar de esos ojos que pudieran convencer a cualquiera, por supuesto que saliendo he roto la receta. Pero sin que yo lo pudiera prever o evitar los riesgos, sin mi permiso, empezaron a llegar, jugando con la puntita de los dedos, paseándose atrevidamente por mis huesos, susurrándome palabras inconcebibles, saboteando mi huida al sujetarme por la cintura y otras cosas que no es preciso mencionar...........

martes, 24 de junio de 2008

Cuento 13. 1 Delicioso alimento

Me descubro descubriendo tu rodilla, la esquinita de tu codo y la suave curva de tu hombro. Me quedo maravillada de lo perfecto de tus dedos y de tus ojos tan pequeños que me sonríen mientras quedo azorada por el milagro de tu vida en la mía. Cuando supe que venías, no alcancé a precisar si me invadía la alegría o la zozobra, de lo que este mundo te podría ofrecer, de lo que yo misma te podría contar de él. Para mí este planeta, que adoro, es digno de inspirar historias maravillosas; pero acepto que hemos dejado que sucedan algunas cosas bastante vergonzosas. Así que a ratos no se si soy sincera cuando te digo que me alegro de que hayas llegado a este mundo misterioso. Por lo que a veces me sumo en turbios pensamientos de lo que podría hacer para ofrecerte cosas dignas de grabar en tu memoria. En este intento de hacer una mejora he sembrando algunos árboles, con el afán de que formen parte de tu historia.
Sólo salgo de esta maraña de ideas tirada por tus pequeñas manos que se prenden enérgicamente de mis cabellos, tan sólo para hacerme conciente de que al menos por el momento a ti te basta con mi presencia y un poco de delicioso alimento.

lunes, 16 de junio de 2008

Cuento 13. Me descubro descubriendo. Dedicado a ECM

Me descubro descubriendo tu rodilla, la esquinita de tu codo y la suave curva de tu hombro. Así ha sucedido desde que era yo chamaco, casi como un juego y la verdad desde entonces he andado alborotado. Al inicio me movía la curiosidad, pero luego, con los años supongo que todo se fue transformando y empecé a disfrutar el sentirme enamorado.
Puedo decir que hay días en los que me invade una sensación de efervescencia que me tiene con la adrenalina a máxima potencia y me invaden las ganas de tenerla, de quererla más allá de la inocencia.
Otros días logro relajarme, disfrutando estar conmigo mismo, acompañando estos momentos con dos o tres bravas paque se desate la inconciencia jajaja!!!! Que bruto que rico pega esta cerveza!!!!
Me gusta meditar sobre la vida con buena música de banda, suficientemente fuerte como pa no escuchar ni siquiera el ruido en mi cabeza. Hago un repaso de mis gozos y mis logros, una rápida mirada como pa dar saludo y despedida a todas esas mujeres que han pasado por mi vida.
Entonces logro purificarme de viejos dolores y de antiguos amores, para quedar una vez más con el corazón dispuesto a enredarse en tus deseos y a merced de tus pasiones.
Y tú, incrédula te ríes de las aventuras que te voy susurrando al oído y de los besos que te planto entre ceja y ceja. Te alegras de que estemos aquí, enteros a pesar de haber vivido tantos amores-dolores. Me miras de esa forma que mata, con la certeza de que cada uno hemos sobrevivido a unas cuantas tormentas, tan sólo para estar hoy frente a frente y amarnos con las ideas claras y un bonche de experiencias a cuestas.

lunes, 2 de junio de 2008

Cuento 12 Imaginé que vendrías. Dedicado a PVCC.

Hoy en la madrugada percibí que una música sabrosona llegaba a mis oídos, me sentí relajada y arrullada por el suave murmullo que acompañaba mí mañana. Ya estaba hasta bailando en sueños, cuando a pesar de estar bien acurrucada, reparé en que no sabía de donde venía esa tonada. La curiosidad me hizo pegar un brinco y quedar sentada en la orillita de la cama, con la sensación de tener arenita en los ojos y los cabellos revoltosos. Tardé unos segundos en juntar cuerpo y alma, mientras buscaba con los píes mi par de chanclas, analicé cuidadosamente el cuarto haciendo un recuento de lo sucedido.
Mi cabeza empezó a hacer ruido, pues a esas horas de la mañana no funciona bien ninguna maquinaria. Me sorprendió ver el radio encendido, pues estoy segura de que yo no la había prendido. Me levanté para que ver que estación estaba sintonizada pues la música me pareció grata. Para mi sorpresa el aparato marcaba que estaba puesto un disco, así que le pushe open para ver de cuál se trataba. Quedé pasmada al comprobar que en la charola no había nada, sin embargo al cerrarla la música de nuevo se escuchaba. Me senté sobre la cama para comprobar que no estaba aún adormilada, me tardé unos minutos en repasar lo que había sucedido, mientras la música continuaba.
Al no encontrar una explicación afortunada, me recosté de nuevo sobre la cama, me tapé a medias con las cobijas y una paz extraordinaria me fue invadiendo los huesos hasta que se me hicieron pesadas las pestañas.
Me dediqué a escuchar las melodías poniendo ligera atención en las letras que cantaban, fui recuperando el sueño y en mi mente entre dormida fui descifrando tus palabras. Estoy segura de que una sonrisa se esbozó sobre mi cara cuando al fin te descubrí cambiando el disco una vez que éste se acababa.
Lo sabía!!!! Sospechaba de ti, imaginaba que en un día como éste no podías quedarte tan callada. Imaginaba que de alguna forma vendrías a abrazarme, a decirme que tú también me extrañas, suponía que pasarías unos minutos por aquí. Sabía que vendrías aunque fuera de pasada, pa susurrarme cosas gratas al oído.
Cuando volví a despertar ya no se escuchaba nada, a pesar de estar el estereo encendido, pero encontré una notita que decía:
!!!Hay Valentinota ya acaba esa tesis para hacer una pachanga!!!!!!