sábado, 7 de septiembre de 2013

Inquietos Pensamientos


Como dije que no quería más besos de pisa y corre, porque me quedo picada. Ahora cuando vienes, como no has resuelto lo de salir corriendo decidiste resolver el asunto de los besos y en su lugar has puesto confusas caricias que inocentemente inician en la orilla de mi rodilla. Como quien se recarga para acercarse un salero, un vaso de agua, las servilletas y a cada vuelta, esa confusa mano va caminando. Va subiendo, va bajando, va estrechando o alterna con un roce apenas perceptible. Esas caricias a veces son tu mano en mi cintura que indica que necesitas espacio para pasar. Y ahí también esa mano a veces a penas se siente, va más arriba otras se posa más abajo en donde no estoy segura que aún sea la espalda. Y al no ser una caricia clara y evidente, admito que me desconcierta, no sé si avanzas, te vas o estoy enloqueciendo con tu cercanía. Pasas por mi espalda y respiras ligeramente cerca de mi hombro, en mi cuello, preguntándome al oído cosas en tono imperceptible, provocando más aún mi cercanía. Volteo, pongo suavemente mi mano sobre tu ombligo, te miro a los ojos tratando de descubrir complicidad en tu mirada y nada. Seré sólo yo la de los inquietos pensamientos o es tan cierto el juego, que finges hasta eso. Imagino perfecto que gozas satisfecho al marcharte por haber revuelto mis deseos para finalmente huir de nuevo, entonces no caben los reclamos ni los compromisos. Mientras, yo me quedo con una sensación semejante a la que provoca pensar en papitas con limón y salsita, un pensamiento distinto pero también rico.



Nombrarte


Es curioso decir tu nombre de nuevo y percatarme de que hace años que no lo he dicho y cuando he tenido la oportunidad de decirlo he evitado al máximo nombrarte, refieréndote con apodos, lo que sea para no nombrarte. Porque sé, porque siento que nombrarte es hacerte venir, traerte de vuelta y qué sentido tendría si fui yo quien decidió marcharse.
Tuve que decir tu nombre unas 50 veces, unas 70, unas 100 y en cada una percibí la exaltación de mi corazón al nombrarte. Fue curioso percatarme que esa magia que pensaba que tendría pronunciarte no existía y en su lugar un hombre distinto se me descubría. Primero dije tu nombre con dificultad, como cuando uno aprende una nueva lengua y se topa con algo casi impronunciable y es posible sentir cada movimiento en la boca, en la lengua que se esfuerza, en la garganta que trata de respirar y pronunciar con soltura al mismo tiempo. Conforme fui repitiéndolo, sentí fluidez y pasé del esfuerzo a la lúdica sensación de que podría ser que al nombrarte “x” número de veces ese hombre se transformaría en ti y confirmaría la razón para no nombrarte por tanto tiempo. Sin embargo, en su lugar descubrí como lo mítico que atribuí a tu nombre se iba diversificando y ese nombre ya no eras sólo tú si no también otro agradable hombre. Me sentí relajada y sólo de repente decía tu nombre fuera de lugar para ver si en esa ocasión si se daba la supuesta transformación como si espera presenciar un acto de magia conocido. Nada de eso sucedió, más bien me fui divirtiendo pronunciándote, jugando con tu nombre, revolviendo los recuerdos viejos con los recién adquiridos. Hasta que volví a gozar nombrarte. Al despedirme, en ese abrazo cálido, algo dijo ese hombre en mi oído que no pude escuchar porque me sentía invadida por tu nombre así que con los ojos cerrados sólo atiné a apretar un poco más el abrazo para terminar en un suave beso lleno de estrellas fugaces.

Proteínas a rayas

La página en blanco fascina por todo lo que puede ser en nuestras manos, me fui con este pensamiento a la cama y un deseo de que sucediera algo novedoso e inexplicable en estos días, que me permitiera escribir. Y no me refiero a la carambola a la que estuve a punto de incorporarme por venir dándole vueltas a la madeja de pensamientos en mi mente. Hace días que no sueño, duermo como piedra y despierto con la sensación de no haber descansado en semanas enteras. Así que me sorprendió la sensación de verme transformada en un pulpo de múltiples manos, movidas por una energía que brotaba de mi interior y se convertía en palabras que me urgían a escribir. Ante este deseo una libreta apareció! Y cada una de mis múltiples manos hacía trazos de calígrafo, describiendo su propio deseo, como si fueran cuerpos independientes. Un gozo escurridizo me invadió, sentí sofocada mi respiración, trabada mi mandíbula y sólo escribiendo podía conseguir hacerme de un poco de aire. Mi sueño estuvo pleno de olores y sabores, cómo si toda yo fuera una gigantesca papila gustativa. Mi saliva era tinta de múltiples colores que dejaba trazos brillantes, estelas de estrellas, resplandores de luna. Todo se convirtió en una mezcla de escrituras y alimentos. Un hoyo me creció en la boca del estomago y sin más, mordí la libreta a rayas con toda intensión de saborearla y satisfacer el hambre que me devoraba. De un salto me incorporé de la cama. Somnolienta, pensé este sueño era como saciarme de proteínas a rayas, un extraño artilugio de mi mente, sonreí, para mi sorpresa de verdad que tenía entre mis manos un libretita de piel con rayas y una dedicatoria:


-Por si hoy fuese tu cumpleaños y éste tu regalo…-


Como no era mi cumpleaños, supuse que seguía soñando y me dejé llevar a un descanso placentero abrazada a la extraña libreta a rayas….que curiosamente con el sol de la mañana despareció dejándome un grato y delicioso recuerdo que el viento fresco diluyó.

Libros libres muy libres

Me ha gustado mucho la idea de libros libres, pero no he encontrado eco en los receptores de mis libros.


Mi primera liberación la hice en la fila para la expo de los 50 años de la Barbie en el museo Franz Mayer. Me sentía muy triste y buscando una actividad que me reanimara mi mamá me comentó lo del movimiento de libros y me encantó la idea. Me generaba mucha angustia dejar los libros por ahí, así que nos dedicamos a abordar a la gente en la fila, les explicábamos de qué se trataba y le dábamos uno de los libros que ellos mismos elegían si querían. Porque hubo una persona que dijo que no quería un libro porque era mucha responsabilidad.
Repartimos como 12 libros, nadie ha comentado al respecto en este espacio.

http://cuentosbajopedido.blogspot.com/2009/04/libro-libre-ansioso-por-salir.html


Después en una comida familiar liberé varios libros, les expliqué de qué se trataba y que podían comentar los libros en librolibre.com. Todos dijeron que lo harían.
Nadie hasta hoy ha comentado alguno de los libros.

En una Feria del Libro y la Rosa en la UNAM, liberé unos libros ya registrados.
No hay comentarios al respecto.

Varios años después organicé un Margarita Fest con los amigos. Previo a la fiesta explicamos de qué se trataba el movimiento. Dos de mis amigos se entusiasmaron y puedo decir que entre los 3 organizamos el mitote. Liberamos una gran cantidad de libros entre todos. En la fiesta registramos la mayoría de los libros, yo imprimí etiquetas para que todos tuvieran para numerar sus libros, llevamos Margaritas de frutas y botanas. Nos peleamos por los libros y quedamos de realizar comentarios al respecto.
No hay comentarios por el momento.

Y bueno toda esta reflexión es porque a veces me siento una necia haciendo las cosas que me gustan, disfrutando cuando encuentro otro loco por ahí que hace las mismas cosas extrañas que yo.
Otras como hoy me invade una profunda desolación temiendo que no hay alguien del otro lado que responda.
Estas son algunas de las múltiples reflexiones que rondan mi cabeza, tal vez la más fácil de compartir por ser la menos importante.

Sé que por algo estoy aquí, leyendo y escribiendo. Hasta hoy he liberado 38 libros entre míos, de mi mamá y del Sr. AAR, todos bajo mi cuenta de liberación.

Seguiremos insistiendo….
Al menos en el Margarita Fest yo obtuve libros por primera vez.