jueves, 28 de junio de 2012

Tu paraíso no esta en juego


Y bueno, a veces uno transita por al vida, sacudiéndose los retos sin detenerse a pensar la batalla que acaba uno de librar. Es hasta que los seres queridos te apapachan o te aplauden que logras identificar la magnitud del momento por el que intentabas transitar. Así que cuando me dijo, “Tu paraíso terrenal de ninguna manera está en juego” pude aquilatar los estirones que en muchos ámbitos de mi vida vengo atravesando en los últimos tiempos. Con razón, he sentido mi cuerpo sobre estirado, mi corazón sobre girado, mi intelecto sobre expuesto. Algo viene importante en mi vida después de todo esto. Este extraño y duro entrenamiento ha de ser la preparación para algo importante que está sucediendo. Me gusta eso de que -el Paraíso Personal no está en riesgo-, me llena de felicidades y todo este ajetreo ha de ser sólo detalles del proceso.  Pues si, hay que aceptar que uno es quejumbroso, protestón, contestón, exigente. Pero reflexionando, todo esto ha hecho que este momento de mi vida sea muy especial y qué mejor que haberlo caminado así, en medio de la tormenta, porque acepto que me gusta sentir la lluvia, el viento, el amanecer y todas esas cosas que percibe mi cuerpo cuando voy escribiendo mi propia historia. Qué mejor que haya sido así, idilio, fuego y un poquito de tormento, con el peculiar sabor que de deja un poco de fuego en la punta de la lengua. Lo que venga, estoy preparada, muchas de estas cosas ya las he imaginado, seguro serán mucho mejor. Porque la realidad tienen su toque especial y deja ese peculiar sabor en los labios, que hace que saboreemos el momento, como gato lamiéndose los bigotes frente al bocado de sus sueños.  

domingo, 17 de junio de 2012

Día del Padre



¿Qué dan los padres a los hijos?

Ese juego rudo, ese cariño diferente que siempre sorprende. Y sí, en medio de esa rudeza mi Papá ha estado con un ojo al gato y otro al garabato. De los primeros recuerdos que tengo con él está cuando yo no podía entrar al mar hasta que él llegara de trabajar. A pesar de que a mis escasos 6 años ya sabía nadar,  mi Mamá no confiaba en que yo me podía meter al mar sola ni porque me ponía mis flotadores. Era imperativo esperar a mi Papá. Así que además del gusto de verlo llegar, se añadía el gusto de poder entrar al mar a esquivar las olas, que me resultaban gigantes, pero de su mano no me daban miedo.  Y bueno muchas cosas buenas podría contar de mi Papá  pues he tenido la fortuna de disfrutar años en su compañía. Pero tal vez un signo que podría tener en mente sobre la relación que llevamos es un enorme bol de palomitas con Polvos mágicos.  



Felicidades a todos los Papás y Papacitos!!!