lunes, 9 de febrero de 2009

Cuento 42 Tengo afán de saber. Dedicado PND

Por si tuviera afán de saber
como inmortalizar ese momento…..


La historia de amor que os voy a contar no tiene principio ni fin. Pero habla del día que me hice mujer, al tener que enfrentar con madurez lo que más bien tenía ganas de vivir sin miramientos.
Sin más rodeos, os hablaré del caballero de mi historia, quien con sus ojos gratos invadió en un sólo día mi corazón.
Con su mirada serena y trato amable, frente a una tacita de café, me sorprendió con la mejor descripción que alguien haya hecho de mí. Al escucharlo, un calor me fue subiendo desde las rodillas al sentirme reconocida. Poco a poco se fueron desatando las confesiones a medias, suposiciones parciales y escenarios ficticios. Todo indicaba que estábamos frente a una misteriosa atracción que nos acercaba al borde del precipicio.
Mientras yo sentía que había llegado el momento de poner a prueba toda mi valentía, supongo que a él lo que le sucedía era una tormenta por dentro. Pues mientras yo decidía dejar de pensar y optar por arriesgar, él ponía su cabeza en mi pecho para decirme que se estaba muriendo de miedo.
Entendí que estaba viviendo un momento importante en mi historia y como no nos podíamos poner a temblar los dos, no al menos al mismo tiempo, decidí no confesarle que mi corazón estaba ardiendo. Como si yo fuera la que hubiera acumulado suficiente experiencia como para saber qué hacer con certeza, le puse entre sus cabellos despeinados, el beso más dulce que jamás haya dado. Traté de tranquilizarlo y le dije que la vida no se trataba de sufrir si no de disfrutar, que tal vez algo necesitábamos saber y por eso nos sucedía ese momento.
A veces cuando pienso en lo que dije aquel día, me pareciera que alguien más hubiera puesto esas palabras en mi boca, pues no podría definir de dónde pude sacar serenidad cuando ya estaba imaginando cómo nos comeríamos a besos.
Algo extraño nos pasó, alguna misteriosa puerta se abrió que nos permitió vivir cosas que no podríamos explicar jamás
ni olvidar.

4 comentarios:

marichuy dijo...

Querida cuentista

Y a veces, pesa haber sacado -de sabe Dios donde- tanta serenidad, cuando en realidad, lo que hubiésemos deseado era… perdernos en la insensatez

Un abrazo

Castrodorrey dijo...

Amiga mía, relatas una seducción latente. Es magnífico ver cada paso, en este corto cuento.
Felicidades y saludos

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Querida Marichuy

El hubiera....... uf, afortunadamente todo lo que nos llega a las manos se nos vuelve tinta en la punta de los dedos e ideas descabellas en la cabeza para construir historias deliciosas.

Creo que todo es alimento,
está bien esto de poder escribir para respirar.

Sólo hay que recordar lo vital que es, de vez en cuando, jajaja cuando la asfixia empieza a prescionar.

Gracias por tus coments

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Castrocorrey

Gracias me has hecho reeleerme con otros ojos.