Antes, porque lo de la
cuarentena será un antes y después en nuestras vidas, saludaba a mis vecinos
con un cordial buenos días. No entablaba mayor relación porque nunca tengo
tiempo, pero un buenos días no se le niega a nadie. Pero ahora, durante la
contingencia he redescubierto a mis vecinos o descubierto, para ser precisos.
Uno de mis vecinos, aunque yo tenga miles de bolsas del súper por subir, jamás
se ha ofrecido a ayudarme con una sola bolsa. Me molesta un poco, nada le
costaría la atención. Una amiga dice que así son los europeos, que no te ayudan
en nada, que según para respetar la equidad de género, pero este individuo no
es europeo. Este vecino ha ido acumulando varios detallitos que me han ido incomodando
progresivamente. Por ejemplo, nunca paga la cuota voluntaria del jardinero, no
asiste a las juntas, no cierra la puerta de la entrada con llave y si se funde
el foco de la escalera jamás en 40 años lo ha cambiado. Ahora que estoy en
casa, descubro que no hace ruido en todo el día, pero en las noches hace un
ruido muy extraño, algo como si masajeara las paredes con una lija de agua. El colmo,
es que acabo de descubrir que cuando dejo la basura afuera de mi puerta desaparecen
la mitad de las monedas que le dejo al señor de la basura. Lo supe, porque ahora
que no puedo salir, saco la basura y subo a tender y cuando bajo ya sólo está
la mitad de lo que dejé. Así que hoy saqué la basura y pegué las monedas con
kola loka a una caja y me quedé a espiar por la mirilla de la puerta. El vecino
sacó su basura, acto seguido trató de robar una de mis monedas, como sospecho
que ha hecho habitualmente por años. Esto sí que es inaudito! ¿No sé cómo podré
saludarlo cuando termine la cuarentena? Tal vez con una sonrisa triunfal.
*Imagen de la red
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