miércoles, 4 de marzo de 2009

Cuento 44 El Cuento que no te va a gustar. Dedicado a FASH

No sé cuando comenzó esa historia de amor, pero si la puedo contar es porque existió. Nuestra amistad venía de tiempo atrás y con frecuencia, había acudido a él para escuchar sus puntos de vista, pues siempre me daban luz para tener mayor claridad de por dónde quería caminar. Sin embargo, el asunto del amor fue un síntoma recurrente que provocó que el tono de las cosas fueran cambiando de color.
Acepto que cuando esto sucedió yo me sentía fuera de forma, con más dolor que pasión e invadida de post-it en mi cabeza que me recordaban los detalles de las experiencias obtenidas que me significaban precaución. Como si pensar cuidadosamente las cosas fuera una probable solución para salir triunfante en el amor. Tal vez, fue casi imposible estar en sintonía, pues desde afuera seguro parecía que entre más se acercaban sus propuestas, yo más corría.
Pero en mi interior, ya se había desatado una revolución que me hacía pensar que podría ser un buen momento para probar. Pero cada vez que yo internamente decidía que lo quería intentar, alguna cosa molesta sucedía y yo me volvía a replegar como si fuera el pólipo de un coral.
Tan sólo para ejemplificar, para que sea más fácil entender mi situación, podría mencionar que un día me dejó plantada para ir a bailar y aunque la paciencia y la tolerancia no son mis virtudes más desarrolladas, quise ser comprensiva y no armé el display de enojo para el que tengo harto potencial. Pensé que tratándose de estos tiempos modernos y en un intento por comprendernos, bien podía hacer el esfuerzo de entender que cualquiera se puede quedar dormido cuando una mujer sensual lo está esperando para salir a rumbear, estamos de acuerdo que a todos un día nos podría suceder. Sin embargo, no fue la única vez y aquí podríamos tener una discusión infinita de a las cuantas es momento de correr.
La última vez que decidí intentarlo fue porque constantemente me decía que se le hacía que yo tenía miedo a la felicidad. Eso me hizo reflexionar y tratar de analizar si mis miedos eran fantasmas como él tanto decía y si podría ser que las experiencias que había vivido, en verdad habían mermado mis capacidades para poder amar.
Así que, en un ejercicio de libertad personal me dispuse a arriesgarme una vez más y a esperarlo para decirle que tal vez tenía razón, pero dicho encuentro ya jamás sucedió, pues en su lugar un plantón más hizo su aparición.
Seguro que no es necesario describir como los post-it en mi cabeza crecieron hasta llegar al tamaño de un cartelón. Ya estaba por dejarme invadir por el aguacero interno que se me empezaba a desatar, cuando un cíclope en motocicleta me tendió su mano y me sacó del momento extraño que estaba a punto de transitar. Fue ahí cuando supuse que no tenía salvación, era un hecho que había perdido por completo la razón y ya no tenía caso preocuparme por nada más y sin cuestionarme me dejé rescatar.
Si fuera preciso explicar qué nos sucedió, lo único que puedo imaginar es que, tal vez, nuestra historia de amor ya tenía final desde antes de que, tan siquiera, la pudiéramos arrancar.

3 comentarios:

Roxanne dijo...

Me quedé colgadísima con el cíclope en motocicleta... ¿Le diste la oportunidad al final o te cansaste de sus plantones?

marichuy dijo...

Bueno, pues a mi si me ha gustado tu cuento; una bella historia de amour fou.

Saludos

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Querida Roxane

Hay que recordar que es sólo un cuento pero…
Finalmente en ciclópe suena más interesante, no? Los plantones no tienen solución, es mala señal.
Y bueno, cada historia tiene su parte de verdad y parte de inventiva.