miércoles, 3 de septiembre de 2008

Una Historia de otros Hermanos. Escrito por FT

Me desperté sobresaltado, con una sensación casi de alegría, ella se acercó a mi, me besó en la mejilla, pude sentir su respiración, recordé que poco antes se acercó caminando con un vestido largo, me dijo algo que no entendí, pero estoy seguro que era algo bonito, algo realmente bonito, entonces recordé el cedro joven en que se transformará, recordé que sus ojos amarillos y sus pestañas negras por siempre que al cerrar sus ojos parecían las de una muñeca no mostraban su condición, menos aún cuando le veías la nariz perfectamente trazada, que hacia sospechar de una rinoplastía, que desde luego nunca existió.

Años atrás le enseñe a manejar, también le enseñe a tomar y a desconfiar de las personas, aunque quizás la desconfianza a las personas se la inculcaron aún antes alguien que compartía uno de sus cromosomas x. Vino así a mi memoria, la precisión de sus actos hasta en los juegos y como competía conmigo en adivinar películas y resolver problemas, por eso me percaté que sus ojos no eran amarillos sino que eran de oro al igual que su alma. Ahora me encuentro pensando en ella muy seguido, veo su nombre en el periódico una y otra vez y por momentos quisiera que no fuera cierto, pero lo es.
Diez años me separan de ella, la última vez que la ví, me sorprendí de las pecas que tenía y de la limpieza y cuidado de sus manos, recuerdo también que por un tiempo le gustaba el Animal y que era capaz de trabajar por largas horas sin mostrar signos de cansancio hasta lograr su propósito y lo orgullos que estaba de hacer las cosas bien.

Me regaló tantas cosas .… Pero lo mejor fue su cariño. Nunca mas volveré a ver a mi querida hermana Maguis, creo que su vida fue bonita y divertida, creo que sentía que yo la quería y que le gustaba que, de cuando en cuando nos viéramos y platicáramos, quitados de la pena, encontrando el lado amable de los hechos, sin prisas a veces con sueños, pero más, mucho más con recuerdos, de los que ella ahora forma parte, tanto que anoche cuando desperté olía su aroma y percibía la seguridad con que siempre se movía, como si no fuera un recuerdo, como si nada, solamente pasando de largo, así como ocurre en las reuniones familiares donde haces un comentario en medio de una embriaguez ligera, aumentando la alegría de tu corazón fugazmente, por el mero placer de estar contento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda quien la conociera podría imaginarla vividamente a través de tu cuento, incluso percibir su aroma.

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Hola Angeles, no tengo forma de contactarte pero gracias por tu comentario. También puedes escribir a lunasalada@gmail.com