Cuentos Bajo Pedido” inició el 22 de mayo 2005, en el 80 Aniversario del dramaturgo Emilio Carballido. Inspirada en ese momento, escribí el Cuento 1, arrancando en mí una ola, que dió como resultado una serie de cuentos que se han hecho realidad. Con motivo de esto, empecé a recibir peticiones para hacer cuentos basados en deseos explícitos.
¿Será el poder de la palabra,
nuestros deseos que se escapan,
los sueños decididos a existir
o la energía contenida en nuestros corazones,
lo que hace que brinquen nuestros anhelos a la vida cotidiana?
Misterio……. Prueba y averigualo por ti mismo
¿Qué deseos pondrías en un cuento sobre tu propia vida
si quisieras que sucediera?
Entonces, empecé a recibir peticiones para hacer cuentos basados en deseos explícitos. ¿Será el poder de la palabra, nuestros deseos que se escapan, los sueños decididos a existir o la energía contenida en nuestros corazones, lo que hace que brinquen nuestros anhelos a la vida cotidiana? Misterio……. ¿Qué harías si....
martes, 25 de marzo de 2008
Cuento 1 Dedicado a A. Estrella
Situado en un salón de Bellas Artes con motivo del 80 aniversario del dramaturgo Emilio Carballido 22 de mayo 2005
Fue una tarde de encuentros, de misterios, de alegrías. Una tarde de esas, de familia cercana pero desconocida.
Uno de esos encuentros fue ese que sé dió entre tu y yo. Fue sentir la pesadez de una mirada que se clavaba de lleno sobre mi cara, descubrí que la sensación era verdadera y profundamente placentera.
Se de quién eran esos ojos obscuros cuya mirada no pude sostener por más de un par de segundos. Sentía esa insistencia, esa llamada que me hacía mirar de nuevo. Verte de frente me hervía los sesos. Para tener un poco de paz quise imaginar que no era a mi a quién buscaban esos ojos tan profundos .
Después de la ceremonia te busqué sin encontrarte más, fue una pérdida de tiempo, de haber estado ahí seguro hubiera sentido la fuerza de tus ojos sobre mi cuerpo.
Llegué a casa y quise contactarte, ver en qué obra trabajabas, algún dato para encontrarte.
No sé cómo, ni por qué fui a parar a tu departamento.
Quise mirar dentro, tratar de saber algo de ti, recabar información o tal vez encontrar una razón para huir a tiempo.
Pero no pude dedicarle ni un segundo a eso, pues de nuevo tu mirada tibia, estaba clavada justo al centro.
Y con esa voz suave pero grave me dijiste: –¿Estás nerviosa?-
Y tu voz llenó tooooooda la sala y me zumbó por dentro
Yo, haciéndome la valiente di dos pasos hasta quedar frente a frente, incliné la cabeza acercándome a tu oído. Deseé que mi tono fuera suave y tranquilo; y te dije bien quedito:
-¿Existe algún motivo?- (alzando ligeramente los hombros)
Sonreí traviesa y reuniendo todas mis fuerzas evité salir corriendo.
Me respondiste con esa voz que me hace sudar de lleno:
- Hacer un hijo ¿Te parece buen motivo? - (sonreíste con ojos y boca) y el temblor se me volvió tormento, el calor incendio y a partir de ese momento no hilé más un pensamiento y así, sin hablar, sin calcular , sin planear, sin discutir, sin todo lo que pensé que debía de arreglar antes de que llegara este momento, nació “Sebastián”, de nuestro primer encuentro.
Fue una tarde de encuentros, de misterios, de alegrías. Una tarde de esas, de familia cercana pero desconocida.
Uno de esos encuentros fue ese que sé dió entre tu y yo. Fue sentir la pesadez de una mirada que se clavaba de lleno sobre mi cara, descubrí que la sensación era verdadera y profundamente placentera.
Se de quién eran esos ojos obscuros cuya mirada no pude sostener por más de un par de segundos. Sentía esa insistencia, esa llamada que me hacía mirar de nuevo. Verte de frente me hervía los sesos. Para tener un poco de paz quise imaginar que no era a mi a quién buscaban esos ojos tan profundos .
Después de la ceremonia te busqué sin encontrarte más, fue una pérdida de tiempo, de haber estado ahí seguro hubiera sentido la fuerza de tus ojos sobre mi cuerpo.
Llegué a casa y quise contactarte, ver en qué obra trabajabas, algún dato para encontrarte.
No sé cómo, ni por qué fui a parar a tu departamento.
Quise mirar dentro, tratar de saber algo de ti, recabar información o tal vez encontrar una razón para huir a tiempo.
Pero no pude dedicarle ni un segundo a eso, pues de nuevo tu mirada tibia, estaba clavada justo al centro.
Y con esa voz suave pero grave me dijiste: –¿Estás nerviosa?-
Y tu voz llenó tooooooda la sala y me zumbó por dentro
Yo, haciéndome la valiente di dos pasos hasta quedar frente a frente, incliné la cabeza acercándome a tu oído. Deseé que mi tono fuera suave y tranquilo; y te dije bien quedito:
-¿Existe algún motivo?- (alzando ligeramente los hombros)
Sonreí traviesa y reuniendo todas mis fuerzas evité salir corriendo.
Me respondiste con esa voz que me hace sudar de lleno:
- Hacer un hijo ¿Te parece buen motivo? - (sonreíste con ojos y boca) y el temblor se me volvió tormento, el calor incendio y a partir de ese momento no hilé más un pensamiento y así, sin hablar, sin calcular , sin planear, sin discutir, sin todo lo que pensé que debía de arreglar antes de que llegara este momento, nació “Sebastián”, de nuestro primer encuentro.
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