Tenía semanas planeando como me iría de su vida, ensayando la frase que encabezaría mi huída triunfal. Las cosas se me habían complicado por dentro y ya no tenía la certeza de lo que quería. Un ruido inmenso me crecía en la cabeza y no podía dejar de pensar en cómo se decide uno a quedarse o a marcharse. Si hay que irse después de una plática triste y dolorosa o era mejor simplemente esfumarme de su vida.
Finalmente llegó, lo que yo esperaba que fuera nuestro último encuentro, sentí que lo presentía y al vernos se hizo un silencio incomodo entre nosotros. Entonces empezó a llorar, nos abrazamos y al oído me dijo entre sollozos, murió mi poeta más querido…
Al descubrir que no soy el centro de su vida, un desconcierto arrolló mis miedos y nuestros cuerpos aprovecharon el momento, empezaron a hablar, a hacer historias, proyectos y no se querían separar…
Cuando murió el poeta.....
-Estuvimos callados como media hora,
pero los cuerpos,
se contaban historias,
hacían proyectos,
no querían separarse- Mario Benedetti
*Foto de la red