Seguro en unos días se me pasa esta tristeza inesperada y finalmente pueda disfrutar de lleno de las cosas que aumentan mi alegría. A pesar de esta nostalgia, la vida me ha regalado sorpresas que ni esperaba y eso me ha hecho voltear la mirada. Gracias a eso, me he topado con personas y situaciones que ni imaginaba que existieran y han transformado el extraño momento en el que estaba sumergida. Con tanto cambio he estado medio nerviosa, pensado seriamente en lo que de verdad he estado buscando y llegué a la conclusión de que me siento cansada de esperar a que las cosas simplemente sucedan. Por lo que he decido dar un empujoncito para tener todo eso a lo que no estoy dispuesta a renunciar.
Ya no quiero esta soledad, la verdad ya quiero llegar a casa y encontrarte ahí, a ti, si a tí tan buscado y tan anhelado. Sé que estás por llegar y encontraremos la manera de ajustar nuestros múltiples planes para empatarlos en uno sólo que ambos podemos disfrutar.
Y cuando llegue ese momento, nos daremos un abrazo enorme, botando los problemas a la puerta de la casa, para dar espacio al beso largo y profundo que nos debemos y desataremos una ola deliciosa que nos recorrerá a lo largo y ancho de nuestros huesos.
Cocináremos platillos exquisitos, intercambiaremos misteriosas recetas que harán divertida nuestra estadía en este paraíso terrenal. Bailaremos con una frecuencia suficientemente regular, como para que no se nos acumule el polvo y podamos disfrutar de la gota gorda recorriendo nuestros cuerpos.
Mmmh, son muchas las ideas que llegan a mi cabeza haciendo que mi corazón retumbe como tambor de tan sólo imaginar. Tengo la certeza que terminaremos siendo cómplices en el misterioso milagro de preñarnos de amor como resultado de nuestras recurrentes conquistas.
Son tantos los sueños que invaden mi cabeza y cada recoveco de mi cuerpo que a veces no consigo percibir cómo el tiempo se ha colado entre mis dedos. Sé lo afortunada que soy pues he podido cosechar múltiples aventuras de selva y amor como fruto de mi tenacidad.
Así que, ahora que enredo mis dedos en tus cabellos, sonrío y recuerdo todo lo que hemos andado para que llegue este momento. Pienso que, afortunadamente, el amor si es como me lo imaginé y que, a veces, hasta mejor de lo que soñé.
Entonces, empecé a recibir peticiones para hacer cuentos basados en deseos explícitos. ¿Será el poder de la palabra, nuestros deseos que se escapan, los sueños decididos a existir o la energía contenida en nuestros corazones, lo que hace que brinquen nuestros anhelos a la vida cotidiana? Misterio……. ¿Qué harías si....
miércoles, 28 de enero de 2009
lunes, 19 de enero de 2009
Cuento 39 Eso que falta Ponlo Tú. Dedicado a ANH
Siempre he pensado que la vida se trata de ponerle nuestro toque personal, aderezarla para que nos parezca un asunto delicioso, a tal grado que sea irresistible vivirla. Por eso, imagino que estamos en constante búsqueda de cosas dignas de disfrutar. Pero seamos sinceros, cuando estamos en medio de los problemas, es imposible imaginar cómo es que al final saldremos victoriosos de tanto enredo y ahí es cuando la angustia nos invade y las cosas empiezan a salir mal.
Yo, me considero un hombre positivo y siempre dispuesto a enfrentar los grandes retos de la vida. Pero sucede que mi estrés, en ocasione me ha hecho sentir como chivo en cristalería y es tanto mi pánico de regarla que he llegado a la parálisis total. ¿Quién podría evitar angustiarse? Bajo estas circunstancias ¿Alguien puede simplemente relajarse y dejar que las cosas sucedan?
Sin embargo, aún cuando he sentido que ya todo está perdido, una voz interna no me deja en paz y eso, a final de cuentas, logra rescatarme. Y créanme que intentar moverme desde ese nivel de parálisis siempre me ha resultado doloroso, pues pareciera que algo se me estuviera rompiendo por dentro. Así que, empiezo a reconstruirme gracias a una serie de triunfos chiquitos, lo suficientemente poderosos para sacarme una sonrisa. Un acto, que por simple que parezca, logra generar un cambio que hace que mi historia se ponga cada vez más buena. Por eso pareciera que vengo y voy, pero nunca regreso al mismo punto. En cada intento logro soltarme un chirrin y así disfrutar un poco más. Cada vez consigo ir más lejos, es verdad que a veces motivado por misteriosas circunstancias de la vida. Así me he atrevido, a un chorro de cosas, me dejé devorar por exquisitos besos, inimaginables caricias, invadir por inolvidables aromas y arrastrar por enormes olas de sentimientos que me llevaron a lugares en los que nunca imaginé tener el valor de estar. En cada intento he agarrado más vuelo para impulsarme más lejos y un día llegaré al punto de dejar hacer y deshacer a ese escuincle de ojos claros y cabellos despeinados que en el fondo siempre he sido.
Al parecer, la vida está más llena de recovecos, de vueltas del destino y de escondrijos interminables que de camino liso y llano. Justo eso ha hecho mi historia deliciosamente atrevida, nada mal, eh!
Yo, me considero un hombre positivo y siempre dispuesto a enfrentar los grandes retos de la vida. Pero sucede que mi estrés, en ocasione me ha hecho sentir como chivo en cristalería y es tanto mi pánico de regarla que he llegado a la parálisis total. ¿Quién podría evitar angustiarse? Bajo estas circunstancias ¿Alguien puede simplemente relajarse y dejar que las cosas sucedan?
Sin embargo, aún cuando he sentido que ya todo está perdido, una voz interna no me deja en paz y eso, a final de cuentas, logra rescatarme. Y créanme que intentar moverme desde ese nivel de parálisis siempre me ha resultado doloroso, pues pareciera que algo se me estuviera rompiendo por dentro. Así que, empiezo a reconstruirme gracias a una serie de triunfos chiquitos, lo suficientemente poderosos para sacarme una sonrisa. Un acto, que por simple que parezca, logra generar un cambio que hace que mi historia se ponga cada vez más buena. Por eso pareciera que vengo y voy, pero nunca regreso al mismo punto. En cada intento logro soltarme un chirrin y así disfrutar un poco más. Cada vez consigo ir más lejos, es verdad que a veces motivado por misteriosas circunstancias de la vida. Así me he atrevido, a un chorro de cosas, me dejé devorar por exquisitos besos, inimaginables caricias, invadir por inolvidables aromas y arrastrar por enormes olas de sentimientos que me llevaron a lugares en los que nunca imaginé tener el valor de estar. En cada intento he agarrado más vuelo para impulsarme más lejos y un día llegaré al punto de dejar hacer y deshacer a ese escuincle de ojos claros y cabellos despeinados que en el fondo siempre he sido.
Al parecer, la vida está más llena de recovecos, de vueltas del destino y de escondrijos interminables que de camino liso y llano. Justo eso ha hecho mi historia deliciosamente atrevida, nada mal, eh!
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jueves, 15 de enero de 2009
Cuento 38. Tengo todo menos paciencia Dedicado a ASG
Basado en su propio poema.
-Quedo a merced de su apreciable sensibilidad- Le dije, sin imaginar que esto implicaría, una vez más, poner a prueba mi capacidad de esperar. Nunca me he considerado paciente y sé que puedo llegar a desesperarme con facilidad.
A veces, la angustia que esperar me genera pareciera entorpecer las cosas, haciendo que cada vez se hagan más lentas. En ocasiones he tenido que juntar fuerzas para serenarme, pues en verdad esta situación llega a exasperarme. Cuando logro momentos de tranquilidad consigo hacer conciencia de todo lo que tengo y casi podría decir que no me falta nada. Pero de nuevo una ola me arrasa cuando verifico que he perdido el rumbo y esa supuesta paz que sentía se transforma en turbulencia.
Esto de la paciencia pareciera cosa sencilla, pero a mi lo que me genera es una terrible agonía. Quiero pensar que todo esto se me presenta como una oportunidad para encontrar respuestas y realidades que necesito para resolver los enigmas de mi vida. Pero si en general el ejercicio me parece feroz, si hablamos de lo que la paciencia exige en el amor llega al punto de ser “Atroz”. Sé que parte de mi problema es que he apostado todo en el amor. Pero ¡Oh sorpresa! Unos cuantos golpes me han demostrado la realidad y ahora por absurdo que parezca puedo alcanzar por igual la felicidad y la tristeza.
En medio de esta eterna espera he podido descubrir todo eso maravilloso que soy, no puedo negar que he conseguido cosas tan complejas como aprender de mis errores y tan sencillas como darme vuelo eligiendo cortinas. Poco a poco he construido cosas que me van haciendo feliz a pesar de las grandes ausencias. Las ideas se han ido aclarando con el paso del tiempo y ahora me puedo brindar a mí un poco de la mucha comprensión y amor que he ido regalando a otros.
Acepto que he cosechado buenos frutos, porque como bien dicen “Lo bueno llega al que espera”. Pero a pesar de todo
Aún tengo todo menos paciencia!!!!!!
-Quedo a merced de su apreciable sensibilidad- Le dije, sin imaginar que esto implicaría, una vez más, poner a prueba mi capacidad de esperar. Nunca me he considerado paciente y sé que puedo llegar a desesperarme con facilidad.
A veces, la angustia que esperar me genera pareciera entorpecer las cosas, haciendo que cada vez se hagan más lentas. En ocasiones he tenido que juntar fuerzas para serenarme, pues en verdad esta situación llega a exasperarme. Cuando logro momentos de tranquilidad consigo hacer conciencia de todo lo que tengo y casi podría decir que no me falta nada. Pero de nuevo una ola me arrasa cuando verifico que he perdido el rumbo y esa supuesta paz que sentía se transforma en turbulencia.
Esto de la paciencia pareciera cosa sencilla, pero a mi lo que me genera es una terrible agonía. Quiero pensar que todo esto se me presenta como una oportunidad para encontrar respuestas y realidades que necesito para resolver los enigmas de mi vida. Pero si en general el ejercicio me parece feroz, si hablamos de lo que la paciencia exige en el amor llega al punto de ser “Atroz”. Sé que parte de mi problema es que he apostado todo en el amor. Pero ¡Oh sorpresa! Unos cuantos golpes me han demostrado la realidad y ahora por absurdo que parezca puedo alcanzar por igual la felicidad y la tristeza.
En medio de esta eterna espera he podido descubrir todo eso maravilloso que soy, no puedo negar que he conseguido cosas tan complejas como aprender de mis errores y tan sencillas como darme vuelo eligiendo cortinas. Poco a poco he construido cosas que me van haciendo feliz a pesar de las grandes ausencias. Las ideas se han ido aclarando con el paso del tiempo y ahora me puedo brindar a mí un poco de la mucha comprensión y amor que he ido regalando a otros.
Acepto que he cosechado buenos frutos, porque como bien dicen “Lo bueno llega al que espera”. Pero a pesar de todo
Aún tengo todo menos paciencia!!!!!!
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martes, 13 de enero de 2009
Amor de Bicicleta. Escirto L. Verdi
ESTO ME RECUERDA UN POCO MI AMOR DE BICICLETA. CLARO Q ESTO FUE EN LAS QUINTAS, EN MEXICO D.F Y PUES ERA YO UN PUBERTO, PERO ME ENCANTABA IR CON MI BICI, MI MEJOR AMIGA LA VAGABUNDO VERDE Y MIS TENNIS CONVERSE ROTOS A ENCONTRARNOS CON MI OTRA NUEVA Y MEJOR AMIGA ANITA Y SU FLAMANTE BICI ROSA. Y ASI PASO EL TIEMPO, YO JUGANDO A SER EL MEJOR CONDUCTOR DE BICI PARA DESLUMBRARLA Y ELLA A SER MAS VELOZ QUE YO.... PARA DEMOSTRARME QUE LAS NIÑAS TAMBIEN SABEN ANDAR EN BICI!!!UN SALUDO ENORME
L. VERDI
L. VERDI
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jueves, 8 de enero de 2009
Cuento 37 Zapatear hasta el final
Soy la primera bisnieta, la primera nieta y la primera hija de los hijos mayores de ambas familias, así que imagino que mi llegada al mundo debió ser un acontecimiento que tuvo atención extraordinaria. Pero desde el principio, igual que todos, tuve que enfrentar el reto de “Respirar a Tiempo”. Tardarse de más pudo haber significado llegar temprano a una cita a la que uno espera asistir en la ancianidad, satisfecho de haber gozado de muchos años y con alegría de haber acumulado miles de maravillosas aventuras. ¿Pero cómo saber cuándo será el momento de dejar el paraíso terrenal? La verdad, lo ignoramos pero andamos por el mundo como si siempre tuviéramos tiempo de más…………..
Seguro la muerte nos ha rodado más veces de las que imaginamos, yo al
menos ubico tres. La primera fue cuando tenía ocho años, escalando el muro exterior de la casa me sostuve sin querer de un poste y la descarga eléctrica me lanzó volando. Caí de espaldas sin ni siquiera meter las manos, quedé en el piso con la lengua de fuera. No conseguí moverme hasta que mi hermano, que venía corriendo desde el otro lado de la barda, me jaloneo –Levántate, antes de que nos regañen!!!- Por varios minutos no pude hablar sin morderme la lengua, lo cual nos causó mucha risa.
La segunda vez creo que fue a los 11 años, aunque a esa edad me pasaron tantas cosas importantes que suelo agrupar los recuerdos en torno a esa época. En esa ocasión me estaba ahogando en medio de una reunión familiar, no conseguía respirar y los demás se dieron cuenta cuando ya me estaba poniendo azul. Empecé a ver a todos lejanos hasta que de plano los dejé de escuchar, mi cuerpo se desguanzó y sentí como si se me fuera llenando el cuerpo de agua tibia. Supuse que había llegado el momento de partir -Dios mío, me estoy muriendo ¿Verdad?-. Me pareció un poco temprano para marcharme pero me sentí tranquila con lo que había logrado a mi corta edad. En la desesperación familiar mi Papá me metió la mano en la garganta y con eso logré respirar.
La tercera vez fue porque me picó una huachichila, mis compañeros me dijeron que no había nada de que preocuparse, pero en escasos segundos la garganta se me cerró y con la voz enronquecida a penas pude explicar que traía avapena en la mochila, con la que salvé mi vida.
Así que para purificar angustias supongo que la hora de partir siempre será cuando debe de ser, no antes ni después. Sólo me gustaría que cuando llegue el momento no tenga grandes pendientes y me sienta complacida con todo lo que pude realizar en el tiempo vivido.
Y cuando llegue ese día, sin duda quisiera que corra el mezcal y los tamales de hoja de plátano. Que se arme un bailongo monumental con marimba oaxaqueña y un grupito de son jarocho, para que al compás del arpa podamos gozar y zapatear hasta el amanecer. Festejar de alguna manera mi despedida triunfal del mundo terrenal. Si pues!!!!
Seguro la muerte nos ha rodado más veces de las que imaginamos, yo al
menos ubico tres. La primera fue cuando tenía ocho años, escalando el muro exterior de la casa me sostuve sin querer de un poste y la descarga eléctrica me lanzó volando. Caí de espaldas sin ni siquiera meter las manos, quedé en el piso con la lengua de fuera. No conseguí moverme hasta que mi hermano, que venía corriendo desde el otro lado de la barda, me jaloneo –Levántate, antes de que nos regañen!!!- Por varios minutos no pude hablar sin morderme la lengua, lo cual nos causó mucha risa.
La segunda vez creo que fue a los 11 años, aunque a esa edad me pasaron tantas cosas importantes que suelo agrupar los recuerdos en torno a esa época. En esa ocasión me estaba ahogando en medio de una reunión familiar, no conseguía respirar y los demás se dieron cuenta cuando ya me estaba poniendo azul. Empecé a ver a todos lejanos hasta que de plano los dejé de escuchar, mi cuerpo se desguanzó y sentí como si se me fuera llenando el cuerpo de agua tibia. Supuse que había llegado el momento de partir -Dios mío, me estoy muriendo ¿Verdad?-. Me pareció un poco temprano para marcharme pero me sentí tranquila con lo que había logrado a mi corta edad. En la desesperación familiar mi Papá me metió la mano en la garganta y con eso logré respirar.
La tercera vez fue porque me picó una huachichila, mis compañeros me dijeron que no había nada de que preocuparse, pero en escasos segundos la garganta se me cerró y con la voz enronquecida a penas pude explicar que traía avapena en la mochila, con la que salvé mi vida.
Así que para purificar angustias supongo que la hora de partir siempre será cuando debe de ser, no antes ni después. Sólo me gustaría que cuando llegue el momento no tenga grandes pendientes y me sienta complacida con todo lo que pude realizar en el tiempo vivido.
Y cuando llegue ese día, sin duda quisiera que corra el mezcal y los tamales de hoja de plátano. Que se arme un bailongo monumental con marimba oaxaqueña y un grupito de son jarocho, para que al compás del arpa podamos gozar y zapatear hasta el amanecer. Festejar de alguna manera mi despedida triunfal del mundo terrenal. Si pues!!!!
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