¿Y qué si uno fuera recordado por haber hecho cosas fantásticas e inverosímiles? Como haber matado dragones, por ejemplo.
¿Qué pasaría, sería menos mérito, valdría
menos la pena ser recordados? Pues sí, todos hemos hecho cosas fantásticas,
pero a veces hemos sido taaaan cuestionados que ni nosotros mismos las creemos y lo archivamos como un recuerdo extraño que tal vez debió provenir de algo
que imaginamos.
Yo recuerdo, y digo recuerdo, que cuando era
chica tenía una resbaladilla amarilla que estaba en medio de mi cuarto. Con el
tiempo la resbaladilla no sólo la usé de su manera tradicional, si no también,
en algunas ocasiones al lanzarme de ella, en lugar de llegar al piso volaba
por la habitación. Era una especie de propulsor. Pero cada vez que cuento esta
anécdota me dicen, “no puede ser” seguro que es una fantasía. Y entonces, con
el tiempo me han hecho dudar de esto que tengo muy claro como recuerdo de mi
infancia.
Feliz día del Libro y de la Rosa y de San Jorge, el que mataba dragones…
*Imagen de la red
Esta es una resbaladilla: