Siempre imaginé que estar embarazada sería un estado idílico
en el que uno flota por el mundo. Que el mundo se volvería un bosque luminoso
en donde uno reposa sobre una cama de hierba fresca a esperar el gran momento
del alumbramiento. He disfrutado mucho la sensación de un ser vivo moviéndose
en mi interior, justo ahora lo estoy disfrutando. Pero el mundo no se detiene a
presenciar el mágico momento que estoy viviendo. El trabajo sigue, la
incapacidad sirve para dos cosas, el trabajo de campo ahí está, los pendientes
se multiplican, los arreglos de la casa se tornan de un tamaño desmesurado. Así
que supongo, que si en algún momento ha sido confuso el orden en el que
organizo mis prioridades, hoy es súper evidente que mi criterio tiene un
sentido extraño para decidir. He trabajado hasta ayer. Tal vez no me organicé a
tiempo etc. El punto es que, es que, todo está cambiando y el orden de las
cosas o el desorden de mis cosas ahora debiera ser o es diferente y habría que
empezar a soltar varias no tan importantes y poner en primer lugar la que
de verdad importa.
Estoy a días de ver con mis propios ojos el motivo de este
cambio en mi vida y quisiera recibir este momento en medio de ese bosque
luminoso, lleno de flores y aromas agradables de la naturaleza y dejar que el
mundo ruede con sus múltiples pendientes y que eso me regalara mucha paz.
Es sólo una cuestión de prioridades, de nuevas prioridades,
de verdaderas prioridades.