miércoles, 26 de agosto de 2020

Sueño de tortugas

 


Soñé que, como producto de mis profundas reflexiones generadas por el encierro durante la pandemia, liberaba dos tortugas en un río. Con gran pesar las liberaba en medio de una hermosa selva, en un riachuelo de aguas casi cristalinas. Las veía alejarse felices, como no, quién no lo estaría. ¿Por qué pensé que estar en una casa de cemento las hubiera podido hacer más felices que nadar libremente entre piedras de un suave río? No lo sé, pero recuerdo que la primera llegó a mi vida porque dijeron que o se la llevaba alguien o la sacrificarían. La habían abandonado en el museo en donde yo ponía plantas para ambientar terrarios. No pensé que fuera justo que cuando alguien abandona un animal se le deba de sacrificar. Así que la llevé a mi vida por años, sin reflexionar si pudiera haber otra posibilidad mejor para estar a gusto en este mundo. La segunda tortuga llegó por razones muy extrañas. En fin, después de la liberación en mis sueños y después de haberme sentado a llorar por tenerlas tantos años y luego a llorar por liberarlas, me quedé contemplando el horizonte hasta que se soltó un chubasco tremendo. Fue tan fuerte el aguacero que cuando hubo terminado tuve que salir con la escoba a barrer el agua. Para mi sorpresa me encontré una tortuga enorme en mi jardín, que a mi entender pedía un buen trozo de pescado sobre una cama de lechuga. Se lo preparé mientras pensaba, a esta también habrá que liberarla. Una vez servido el manjar, vi como tres tortugas se desbordaban de las macetas y como cuatro tortugas mordisqueaban la bolsa de basura del vecino. Primero me preocupé, ¿De dónde están saliendo tantas tortugas? ¿Han perdido sus hogares y por eso están aquí hurgando en la basura? O tal vez ¿Hemos logrado sembrar tantos árboles que somos nosotros los que hemos quedado inmersos en su cuenca? Como era un sueño, podría elegir la opción que más me satisfaga o sencillamente hacer que suceda.

 

 

*Gracias al autor material de la liberación e imagen de J. O. G.