viernes, 16 de septiembre de 2011

Fiestas Patrias

Siempre me han gustado las fiestas patrias, porque han sido un evento familiar casi equiparable a la Navidad. Bueno, reconozco que me gustan las fiestas en general, sobre todo si se trata de bailar. Este año, la pasamos bien, y aún así sentí el hueco que dejaron los que se han ido porque emprendieron el viaje eterno y también el hueco que dejó el que tomó, de todos los caminos que había, el que nos llevó en direcciones contrarias.
Pero así es la vida y depende de nuestra capacidad de seguir adelante la posibilidad de disfrutar cada momento. Esta fiesta nos sale mejor cada año, fue grato abrir la caja etiquetada con “16 de Septiembre” y sacar adornos, máscaras, banderas, escudos, papel picado, trenzas, juegos, instrumentos y múltiples cosas que hemos ido generando. Es un placer estar aquí hoy, festejando con los seres queridos. Las fiestas patrias sólo es uno de los pretextos favoritos que tengo para compartir con otros corazones jubilosos que la vida puso, por fortuna, en mi camino.

viernes, 9 de septiembre de 2011

La chance de ma vie

La chance de ma vie
El cine es una de las cosas que me ponen de buenas. Y justo hoy vi la Chance de ma vie, lo cual me introduce más en la reflexión en la que estaba inmersa...

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Absurdos sentimientos

Me da una tristeza absurda no poder abrir el frasco de pimientos para mi cena, le he pegado contra el piso, con un cuchillo de lado, dado vueltas con una liga, presionado con el marco de la puerta y nada.


Me da una tristeza absurda querer esos pimientos en mi plato y no tener al vecino que me abría los frascos, que no esté Susana para que me enseñe su truco, ni tener las pinzas “Abre toooodo” de la casa de mis papás.

Me da una tristeza apretar el frasco con el trapo y llorar porque quiero esos deliciosos pimientos en mi cena y cuando estoy a punto de explotar, el frasco cede y al fin tengo eso que deseo y me sorprendo con la alegría que unos ricos pimientos me pueden causar.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Atendiendo heridas mortales y sus síntomas.

Todo empezó con una sensación palpitante en todo mi cuerpo, era una especie de vaivén, como estar todo el día inmersa en las olas del mar. Esto creció tanto, que decidí ir al doctor, seguro alguna herida terrible debería ser la causante de este extraño síntoma. El Dr. me revisó de pe a pa y con tranquilidad me dijo que lo sucedido era producto de un cansancio extremo, de tanto palpitar, pues me había convertido en corazón. Era evidente que en esta condición, cualquier herida se convierte en un torrente escandaloso. Recomendó darle atención al asunto, sanar y seguir palpitando por el mundo. Con una palmadita en la espalda me mandó de vuelta a mi vida cotidiana para palpitar a diario con mis deseos y anhelos. Pronosticó que en breve me curaría de la sensación y la vida volvería a su curso natural.