Está bien hacer
reflexiones intermedias, porque al principio estás sorprendido, azorado por la
experiencia. Puede que estés maravillado, tu juicio esta turbado y los ojos
deslumbrados. Nuestras reflexiones intermedias son que los jóvenes no son tan
amables como las personas de mayor edad. No sé si es una generalidad, pero llevamos
varias experiencias. No sé si es algo local o es igual en cualquier país.
Pareciera que los jóvenes no pueden ver la necesidad del otro, están con los
ojos en la pantalla, los oídos en los auriculares y los pies subidos en los
asientos. ¿O ya no soy joven? ¿Y he ganado distancia para tener otra
perspectiva? Bueno mi hija es joven y ha llegado a la misma conclusión: Algunos jóvenes no son muy amables pero algunas personas de mayor edad si lo son. Las
personas con las que hemos logrado hacer contacto en el día a día, en su gran
mayoría son mayores. Con facilidad te hacen la plática a causa del clima, de lo
caro del super, de lo imposible que es comerse sólo un cuadrito de chocolate o
una sola rebanada de queso o se divierten cuando saben que no habíamos
experimentado aún un Mistral. Se sorprenden de que vengamos de México, les parece
lejos. Algunas personas se han acercado y nos han dado una ayuda puntual para
luego desaparecer como si sólo hubieran sido enviados para orientarnos. Ya sea
indicándonos la app que si sirve para el transporte público, la forma de tener
descuentos en algunos museos, el super menos caro, el bus que nos lleva mejor o
incluso avisarnos que a las 7 pm algunos buses no pasan más y hay que buscar
otra forma (que no sea taxi) para salir del lugar. Lo que también me hace reflexionar sobre ¿Cómo
soy yo en mi país? ¿Soy tan amable como me gustaría que fueran conmigo ahora
que soy extranjera? Hemos recibido mucha ayuda, orientación, cariño, hospedaje
y paciencia. Hemos ganado muchas experiencias, de todas buenas, malas y
chistosas. Ha estado bien, hemos extrañado mucho.
Y ya hemos pasado la
mitad del tiempo de esta aventura!