Desde chica he tenido una gran capacidad de asombro, lo mismo me llamaba la atención una piedra de peculiares colores, que la complejidad del esqueleto del pescado que me dieron en la comida. Entre la colección de cosas que guardaba, se podían encontrar conchas de almejas, de la paella que hacía mi abuelito, partes de esqueleto de pescado y de lo más peculiar, estaba un bisturí de un juego “Mi Alegría” que me habían traído los Reyes Magos. Recuerdo que en una de las posadas que se hacían en la granja de unos amigos, los niños recogieron una rana muerta y se la aventaban a las niñas para hacerlas gritar. Cuando me aventaron la rana a mí, Ipso facto saqué el bisturí y abrí la rana sobre el piso para ver si era como la que venía dentro del frasco del juego que tenía en casa. Entonces fueron los niños los que se espantaron con mi osadía.
En una feria del libro infantil, mis papás me compraron una colección de libros de ciencia. Había uno para aprender a hacer fósiles con impresiones de hojas, otro para aprender a observar aves, pero el que me cautivó fue el de astronomía. En este libro se explicaba lo básico para identificar lo más evidente de la bóveda celeste e incluía un manual de observación. Así que siguiendo las instrucciones lo mejor posible, le pedí un sweater de Chinconcoac a mi Papá (algo para el frío), a mi Mamá un termo para té (el manual decía café pero a mí no me dejaban tomarlo), a mi abuela unos binoculares y como no me dejaron subir a la azotea me quedé en el balcón. Esperé a que todos se fueran a dormir y con mi guía de observación di con el Cinturón de Orión (los tres reyes magos), los cuales se pueden ver perfectamente a simple vista, pero haber hecho toda la faramalla para disponerme a verlos fue sensacional. Ahora que fui a conocer el Gran Telescopio Milimétrico (GTM), tuve esa sensación infantil, de estar frente a un hecho asombroso. Estar ahí me abstrajo de todas mis ideas y me llevó a otra realidad. Percibí esa capacidad de regocijo cuando se está presenciando algo majestuoso que se revela ante nuestros ojos atónitos. ¿Qué detectará el GTM? Sí me lo explicaron pero no puedo evitar imaginar que es un objeto mágico que recibe mensajes indescriptiblemente sorprendentes provenientes de todo el universo. Sigo siendo así como era y a veces batallo con los que aún avientan sapos esperando que salga corriendo y se sorprenden con mi “extraña” osadía.
1 comentario:
Querida
Sólo puedo decir esto: que esa capacidad de asombro te dure por siempre. Yo también quiero conocer ese telescopio.
Un abrazo
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