martes, 28 de octubre de 2008

El volcán que explotó en un chamaco montado en una bici. AAR.


Vale Querida te mando unas líneas de recuerdo de mi remota y muy feliz infancia, ahora que a cabo de cumplir, los 90 bien cumplidos años.

Sr. AAR


El volcán que explotó en un chamaco montado en una bici.

Tim Mc Coy y Tom Mix, eran los héroes de mi infancia, combatían, sin despeinarse, a los indios apaches “Los malosos” de las películas del Oeste.
Yo debo de haber tenido unos 12 o 13 años, cómo iba a tener caballo como nuestros héroes, si éramos de la generación fregada de los finales de la revolución en la que se escabecharon a Carranza, Zapata y a Villa, héroes líderes, también a caballo, de aquellos años.
Nosotros no teníamos para caballo ni para comprar una bici, entonces la rentábamos en un negocio que estaba en la última calle de Santa María, “El nuevo Rin” propiedad de Don Fernando Vertíz, un viejo garrochón que siempre tenía medio puro apagado en la boca y nos miraba maliciosamente.

En Santa María la Rivera todo estaba empedrado así que nuestro recorrido favorito era hacía el Bosque de Chapultepec por el Paseo de la Reforma, que era la única avenida pavimentada, con lo que resultamos precursores del circuito dominical ahora de gran moda. Llegábamos a la fuente de los charros y al “Sargento”, un ahuehuete inmenso. También hacíamos la gran aventura para llegar a Atzcapotzalco. Primero íbamos por la calzada de los gallos, Santa Julia, un barrio bravo. Pasábamos por el colegio militar, por el árbol de la noche triste, la escuela de medicina veterinaria, la de Ciencias Químicas y por fin llegábamos a Atzcapotzalco. En el camino robábamos alguna fruta de los ranchos, en donde seguido nos correteaban unos pinches perros rabiosos, que iban con todo a morderte los carcañales, volábamos a toda velocidad, a esos si les teníamos pánico.
La agencia de alquiler de bicis tenía en la fachada un gran mural de una selva, en la que iba un negrito en bici, correteado por un tigre que se le abalanzaba. Había sido pintado por Pedro Rendón alumno de Diego Rivera, que no teníamos idea de lo importante que era.

Un día Don Fernando andaba de vacaciones y su hija Angelina Vertíz Maldonado era la que despachaba, una chamaca un poco más grande que yo, alta y flaca. Ella me dijo que si la llevaba a pasear en los diablos de la bici no me cobraría el alquiler, me pareció una buena propuesta, así que acepté. Le dimos varias vueltas a la alameda y ahí quedó la cosa. Días después regresé con lana pa alquilar dos horas de bici y nuevamente la tal Angelina me ofreció un paseo de gorra si la llevaba, pero ahora se trataba de una bici que además de los diablos tenía parrilla. Nos arrancamos, ella se sentó en la parrilla y aprovechándose de mi flacura, me tomó por la espalda y me abrazó. Fue la primera vez que sentí la cercanía de una mujer y su respiración en mi cuello y sin más explotó un volcán dentro de mi y fue un milagro que yo pudiera seguir pedaleando y que la tela de mis pantalones rabones no se rasgara.

Muchos años después, en una mañana en la plaza de la Señoría de Florencia, vi a un payaso que hacía cirquerías con dos ayudantes sobre una cuerda tendida y una bicicleta pintada de colores. El payaso anunciaba –Señoras y Señores, Atención! Atención! Vengan a ver una Traversa molto pericolosa….-
Instantáneamente, se descorrió la gran pantalla de mi memoria y me vi con 50 años menos haciendo aquella inolvidable traversa molto pericolosa.
Descanse en Paz
Angelina y tu bici
Que me descubrió un universo maravilloso.

Escrito por el Maduro

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