Al fin! Hoy llegas de tu viaje y me da tanto gusto mirarte, pues estas semanas sin ti de plano se me hicieron eternas. Te recibo con una alegría desbordante y quisiera decirte cuanta falta me haces, pero llegas toda acelerada y no paras de contarme. Me contagias tanto de tu alegría que por un momento consigo olvidar la nostalgia que me invadía. Puedo decir que libré tu ausencia gracias a tu padre que, tranquilo, me susurraba palabras reconfortantes.
Es chistoso, pero juraría que has crecido, que vienes más desenvuelta, como si fuera hace mucho que te marchaste. Me da tanto gusto verte bien, pues rectifico que fue buena decisión todo este asunto del viaje.
Mientras tu padre te bombardea con preguntas, yo me plazco con contemplarte, escucho con atención como desmenuzas los detalles.
Me alegra ver como nuestra vida, en tu presencia, vuelve poco a poco a la rutina conocida, puedo decir que contigo en la casa me siento más tranquila.
Me da risa reconocer que siempre que vuelves yo espero ver llegar a mi niña de cinco años, igual que cuando volviste de tu primer viaje, incluso ahora que vienes de exponer tus obras de arte, porque para mi siempre serás mi chiquita.
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