domingo, 4 de marzo de 2012

¿Qué quiero ser de grande? (por qué no, con más cambios de los autores)







¿Qué quiero ser de grande?

-El Maduro y Luna Salada-

Cuando estaba yo chamaco a mi numerosísima familia le daba por preguntar ¿Qué vas a hacer cuando seas grande?, Yo me chiviaba todito y me ponía colorado, nunca supe qué contestar, pero me metieron un mosquito en la oreja:
¿Qué quiero ser cuándo sea grande?
Pasaron años y un día se me prendió el foco! Quería ser yo Director vitalicio del Bosque de Chapultepec. Ahí está todo lo yo quería: el zoológico, el jardín botánico, el castillo, el bosque, el lago y las parejas de enamorados.
La vida me llevó por otro camino, estudié contaduría porque dijeron que podría trabajar desde el principio. Daba el 50% de mi salario a mi madre, con eso gané la libertad y las llaves de mi casa a mis 17 años, causando la envidia de mis hermanos mayores. Conseguí chamba de mozo, dependiente, bodeguero etc., en la papelería La Ideal, que estaba cerca de la escuela, entre 5 de mayo y 16 de septiembre. Mis hermanos mayores, maestros universitarios muy sabrosos, se burlaban de mí, diciendo delante de toda mi familia, que lo que yo sabía hacer muy bien lo hacía con las patas (era yo muy fut-bolero).
75 años después, en el paraíso terrenal en ciernes, Tebanca, a un ladito de la laguna de Catemaco, conocí a la que podía llegar a ser, con el tiempo y un ganchito la Directora vitalicia del bosque de Chapultepec. Imaginé que llegado el momento, tendría esta designación por aclamación del Congreso de la Unión a petición de la Asociación Internacional de Jardines Botánicos de América.
La Directora tenía la presencia, sabiduría, audacia, tenacidad necesaria para desempeñar el cargo, a demás estaba segura de vivir en su personal PARAÍSO TERRENAL (con sucursal en Tebanca). Eran tales las dotes de la imaginaria Directora, que a la toma del cargo pensaba arrancar un proyecto trabajando con grupos peculiares de la sociedad. Para lo que consideraba fundamental la creación de dos grandes espacios. Uno dedicado a la muchachada que no da golpe, que no trabaja ni estudia ni hace mucho deporte. En este lugar los escuincles, podían tener talleres de diversos oficios, buen piso donde bailar, gratos espacios para escribir y actuar, en fin, una oportunidad para hacer lo que su recien despertado anhelo les impulsara.
Un segundo espacio, era para los veteranos de verdad, con su salón de café. Para su mejor atención tenían atractivos enfermeros y dulces cuidadoras, para que les hicieran la plática y esucharan sus historias sobre conquistas amorosas, mezcla del pasado con la imaginación desbordada actual.
  Ambos grupos tenían en común ser todos ecologistas incomprendidos, por lo que coincidían en el trabajo de hortalizas y cosecha de flores y así juntos inventaban a diario su propio Paraíso Terrenal. Haciendo  realidad sus sueños, de  carne y hueso y de un pedazo de pescuezo.

4 comentarios:

Jo dijo...

lo mejor es soñar con apuestas vitalicias... no importa que tengamos 20, 70 y arrastremos el lapiz para hacer cuentas o escribir lo qu enos hubiera gustado

marichuy dijo...

De niña soñaba con ser femme Fatale o patinadora. Pero todo a lo grande, femme fatale como Marlene Dietrich y patinadora olímpica como los rusos. Al final nada de eso fui, aun asì creo que no vivo frustrada.

Abrazo

JOAQUIN DOLDAN dijo...

de grande hay que vivir

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Joaquin ahí quiero vivir yo también