viernes, 12 de diciembre de 2008

Cuento 36. "La absurda jefa. Acaso hay de otras? " Dedicado a M y P

A veces la vida parece ser una historia que nos gustaría olvidar o poder salir de ella con tan sólo despertar. Lo que les voy a contar me sucedió en el día más largo de mi vida o al menos así me pareció. A pesar de que me cuesta un trabajo monumental levantarme, siempre llego a la oficina decidida a trabajar en armonía; me considero positiva y hacerme desesperar no es cosa sencilla. Pero últimamente, siento que mi trabajo está acabando con toda la ilusión de mi corazón. Sobretodo en esas semanas, en las que la jefa nos ordenaba hacer cosas absurdas, las cuales posteriormente nos mandaba deshacer. No se que piensa, pero a mi me gustaría más que me dejara explayar mis capacidades, pero veo que el juego se trata de una loca lucha de poder.
Desde el 1er día supe que a la jefa le apodaban la “Barbie B”, desconocía el origen de este sobre nombre pero cuando la ví entrar, se aclararon todas mis dudas. Eran las doce del día, ella vestía un trajecito atacado, mini mini, color rojo, medias negras de red y unos tacones de charol. No pude evitar fijar la mirada en los rombitos de piel a través de la red, me pareció semejante a un enorme tocino. Supongo que ella sintió mi mirada y al voltear me cachó observándola, me dijo –vengo elegante porque tuve un desayuno muy importante con altos ejecutivos de la empresa- . Yo para no errarle, asentí con la cabeza e hice un esfuerzo monumental por no hacer ninguna expresión.
Esa semana yo ya había hecho y deshecho unos informes como tres veces, tal y como me lo había indicado su asistente. Así que, cuando oí venir sus tacones imaginé que me pediría de nuevo alguna absurda tarea. Llegó a mi diminuta oficina, me señaló con su pluma y ví que traía un sobre en la mano. Justo cuando empezaba a hablar y al dar el primer paso se tropezó con la alfombra que ella misma había mandado instalar, pero como la había traído de otra oficina más grande, se hacía un reborde en la puerta. Para tratar de no caerse, intentó agarrarse del viejo ventilador de pie que coloqué entre mi escritorio y el vidrio de la entrada, pues no cuento con aire acondicionado. Sin embargo, su enorme melena se enredó en las aspas del ventilador, por lo que con la otra mano trató de sostenerse de la esquina de mi escritorio en donde claramente vi como una uña se le quebró. A pesar de eso, no logró sostenerse pues la alfombra se plegó a sus pies y se resbaló. Todo sucedió tan rápido, que cuando yo intenté pararme de mi asiento, ella ya se encontraba de pie como si trajera un resorte por dentro. Me dijo –No te preocupes, me encuentro bien, sólo vengo a notificarte personalmente que fue aceptada tu promoción a la plaza que solicitaste- y me entregó el sobre hecho chicharrón. Yo asentí con la cabeza y traté de no hacer ninguna expresión, pero el esfuerzo fue mayor cuando recogió su uña del escritorio, levantó el tacón que se le rompió, se dio la vuelta y me dijo -luego te mando tu ventilador-, lo desconectó y se lo llevó entre sus cabellos.
Ahora que estoy en mi nueva oficina, con un equipo de trabajo que yo misma seleccioné, pareciera que el pasado tan sólo fuese una pesadilla. Pero como a veces me encuentro a la Barbie B en el ascensor…….

3 comentarios:

Caselo dijo...

Jajajaja me gustó muchoooooo. Te felicito por esta idea de escribir cuentos por pedido. Vengo del blog de Roxanne y me encantó tu casita. Te dejo un abrazo enorme desde Colombia

Carlos Eduardo

Roxanne dijo...

jejeje... si mi jefe leyera esto se enojaría mucho... Mi oficina por suerte no es tan diminuta, pero tampoco tenemos aire acondicionado (y mi jefecito se niega a instalar uno so pretexto de que sale muy caro) y el sol da con todo en la pared así que nos asamos... :( Pero tenemos internet gratis... :)
Saludos desde las tierras del Sur Argentino...
Roxanne

Anónimo dijo...

POR FORTUNA, AHORA SOY MI PROPIA JEFA Y ME CUIDO DE LOS VENTILADORES, JAJAJA