sábado, 10 de mayo de 2008

Cuento 9 Dedicado a MIMR. La Ciudad de los Misterios

Llevo años planeando este viaje y a pesar de ser la primera vez que piso San Petersburgo tengo esa extraña sensación de haber llegado a casa. Que curioso, todo me parece familiar. Cierro los ojos y hasta el aroma me parece conocido, algo de mí ha estado aquí antes, algo ha estado en estas calles esperándome desde siempre. Camino por la ciudad, reconociendo los rincones, escuchando mi propio latido perdido en callejones. Recobrando cosas que no se si olvidé o simplemente resguardé voluntariamente con la esperanza de volver, con el afán de tener que regresar. Alguien susurra cosas incomprensibles en mi oído, no se de dónde viene eso sonido, pero sonrío al sentir que me parece conocido. Creo escuchar palabras o tal vez simplemente me haces ruido en los oídos. No lo podría descifrar, pero en todo esto hay un toque especial que me hace aventurarme un poco más. Sigo recorriendo la ciudad guiada por tu voz, tu susurro o por tu ruido, ciegamente confiada en el instinto. Camino paralelo al Río Neva y sin dudar sé en cual de los innumerables puentes debo cruzar para plantarme al otro lado y enfrentarme a mi destino. Todo este misterio me hace disfrutar y vienen a mi mente memorias de historias trágicas que me hacen temblar. Me interno en el bosque y reparo en que no traigo maletas, no recuerdo si emprendí el viaje sin mayor equipaje. El Bosque me habla con claridad y el aroma me indica el camino, el viento acompaña mi destino. Siento que ya está avanzada la noche y sin embargo nunca me invade la obscuridad, la noche es tan blanca, tan clara, como si todo el tiempo estuviera a punto de despuntar el alba. De algún modo sé que te he de encontrar, a ti hombre desconocido cuya voz, ruido o susurro se va aclarando en mis oídos hasta formar palabras contundentes que me preguntan por una llave, una llave que debo presentar.
Para cerciórame de que no traigo nada, me voy despojando poco a poco de todo y a pesar del frío va creciendo en mi un calor inexorable. Y tú sigues preguntando por la llave y yo grito -Mira que no la tengo!!! -
Y sin verte, se que estás presente, te siento.
Tomas mis manos y me enseñas que la llave se encuentra escondida entre mis dedos, enredada en mis cabellos, entrelazada en mis delicados versos y plasmada en las curvas de mi cuerpo. Me abandono al destino de tu besos y por aromas y susurros no me queda duda que eres tú el causante de mi regreso a este lugar que ni siquiera había conocido. Eres tú quién me trajo de vuelta a la ciudad de los misterios, al menos eso me rumoran las estrellas al oído.

2 comentarios:

marichuy dijo...

Querida

San Petersburgo es también una ciudad bellísima, Señorial. Me gustó eso que dices "a pesar de nunca haber estado aquí siento como si llegara a casa". Creo que eso nos pasa cuando soñamos tanto con conocer un sitio; y aveces, con las personas.

Saludos

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Marichuy

Y tal vez, en efecto, hemos estado ahí y a penas algo en nosotros lo recuerda... Yo creo que sí sucede